sábado, 19 de julio de 2008

Alza de precios en el Retiro da Costiña



Hoy visitamos nuevamente el cada vez menos sorprendente Retiro da Costiña de Santa Comba. Y digo eso no porque haya descuidado cualquier elemento por el que alcanzó el éxito, sino porque desde su entrada en la élite gallega de los estrellas Michelín parece que se ha estandarizado. Creo que el haber perdido ese grado de "gran promesa" para finalmente consagrarse le ha hecho perder una cierta dosis de espontaneidad e improvisación para convertirse en un gran restaurante sibarita más.

Cinco mesas ocupadas


Eramos cuatro los comensales. De las ocho mesas, tres desocupadas -por teléfono y casi con un par de semanas de antelación nos habían puesto dificultades de tener hueco para este sábado-. Empezamos como siempre, en el sótano disfrutando de esas maravillosas anchoas templadas en aceite con un cava rosado elegido por el siempre servicial Manuel García (en la foto 1), gran erudito sobre el negocio de la mesa gourmet. Una vez en el comedor la gran sorpresa: importante alza de precios -¿hete ahí esa discreta ocupación?- y una asistente del maître, Leonor García.
Nos decantamos por el menú degustación de 60 euros por estómago -vinos y digestivos aparte- consistente en sus ya clásicas almejas -XL- con salsa reducción de Pedro Ximénez -el uso de este vino empieza ya a estar ya demodé- para continuar con un lubrigante con un juegos de salsas exquisito e inédito -sin duda lo mejor del menú junto a las almejas-(foto 2); una tosta de vieira con tomate raf; calamares en su tinta con una presentación espectacular (foto 3); merluza sobre patatas panadera; y maminha de ternera que recordaba a la textura del carpaccio. Sobró este último plato. De postre, un correcto requesón con compota de fresas.


Una tarde por 373 euros


Todo espléndido y servido en tiempo récord -en el comedor nos pasamos algo menos de una hora-. A continuación, el gran espectáculo del Retiro da Costiña: su acogedor salón que invita a disfrutar sin prisas de los mejores cafés, licores y puros del mundo. En el ambiente central (foto 4) fue donde disfrutamos de dos descafeinados hechos con todo el cariño del mundo, dos puritos dominicanos -no se pierdan el protocolo de encendido a cargo de Manuel- y un digestivo -gaditana y exclusiva ginebra Rives-. Total: 373 euros.

Desde luego es todo una gozada comer "aquí en casa", como le gusta decir a Manuel, pero el alza de precios se nota tras la, eso sí, merecidísima estrella Michelín.

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